
Descriptivamente, la cultura católica tiene la deformación del perdón. Que se me entienda: está bien, qué duda cabe, pedir perdón y ser perdonado, pero cuando la dádiva es un derecho barato, simple y a la carta, pasamos por alto a los inmorales de lunes a sábado para hacerlos virtuosos los domingos. Y vuelta a empezar… Muy común en la política de la derecha extrema, de la extrema derecha y de una parte de la Iglesia que, curiosamente, hoy desdeña y critica al Papa Francisco.
Así, dentro de un marco doblemoralista, tan común en dictadores y corruptos, vivimos día sí y día también las clases de moral del amnésico líder del PP, fotos con narcos incluidas, que desde su altura imaginaria, intenta marcar el camino, mientras sus voceros silencian un nuevo escándalo protagonizado por dos fontaneros de las cloacas de este país: Cospedal y Villarejo, con Bárcenas y la mafia rusa por medio.
Eso sí, los domingos a misa a pedir el perdón del Rouco Varela de turno, que mientras pisoteaba la memoria de Miguel Hernández, Federico García Lorca y tantos defensores de la democracia, elevaba a los cielos a toda una pandilla de asesinos de un régimen que nos sumió en la miseria y en el atraso durante cuatro décadas oscuras y agónicas para la inmensa mayoría del pueblo español.
Podemos recordar la boda de la hija de Aznar y el desfile de personajes, que bien podría ocupar una nueva saga de El Padrino. Podemos pensar en Bárcenas, sus billetes en negro que construyeron Génova 13 y adornaron la palaciega vida de propios y extraños que hoy componen el arco nacional-católico, alguno de ellos avanzadilla fascista, que nunca trabajaron, pero pusieron el cazo al paso del gran contable de la derecha española.
Eso sí, los domingos a misa a pedir el perdón del Rouco Varela de turno, que mientras pisoteaba la memoria de Miguel Hernández, Federico García Lorca y tantos defensores de la democracia, elevaba a los cielos a toda una pandilla de asesinos de un régimen que nos sumió en la miseria y en el atraso durante cuatro décadas oscuras y agónicas para la inmensa mayoría del pueblo español.
Y por si fuera poco, los impuestos. Ellos, el PP, que le pusieron un impuesto al sol, que subieron el IVA, que congelaron pensiones y el Salario Mínimo Interprofesional, que rescataron a los bancos y que recortaron a las familias españolas en forma de cierres de centros de salud y despidos de personal sanitario, tienen los santos bemoles de señalarnos.
Señalándonos con ese dedo acusador e hipócrita, intentan marcar el camino de un gobierno, el del PSOE, que ha hecho todo lo contrario de lo que hizo el PP. Un gobierno, el del PSOE, que no ha hecho otra cosa que salvar del despido a las y los trabajadores durante la pandemia, impulsar a las pymes con ayudas directas, aumentar el SMI y las pensiones…y rescatar, en definitiva, a la gente en vez de a los bancos
La moralina de los corruptos hastía y envilece a una disciplina, la política, que está para servir, para trabajar y para solucionar los problemas de un país que, a pesar de la pandemia y de la guerra, avanza firmemente hacia un futuro que será mejor que las misas a “la carta” de domingo a la que asisten y en las que son perdonados, cada semana, estos personajes nefastos de la vida pública española.
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