
Y al igual que el Caudillo español estuvo consentido por los oligarcas del momento y apoyado por estructuras del Estado que le hicieron merecedor del reconocimiento de Jefe de Estado, Putin durante las tres últimas décadas ha estado haciendo y deshaciendo en el Kremlin y en la Duma, todo lo necesario para consolidar su liderazgo y poder al más puro estilo imperial.
A Franco y a Putin les une el conservadurismo, el nacionalismo, la autocracia y los sistemas verticales de gobernación. A los dos les une la formación militar y las doctrinas marciales, Franquito en la Academia Militar de Toledo y el falso Plátov en el Instituto Andrópov del KGB. Los dos por poder y estrategia traicionan y abandonan a sus mentores, uno a Sanjurjo y el otro a Sobchak. Y al igual que hizo Putin nada más llegar al cargo de Jefe de Gobierno dando “garantías a los expresidentes de la Federación de Rusia y a los miembros de su familia” pudo haber hecho Franco antes de subir a los altares de la divinidad al morir quedando reflejada protección a todos sus secuaces que ha impedido juzgarlos durante y después de la transición española.
El desconocimiento de esos documentos en el caso español y la falta de una enseñanza digna de los hechos acaecidos en la Dictadura puede estar llevando a que algunos herederos de aquellas doctrinas autoritarias estén sacando pecho en estos días y pretendan aprovecharse de las bondades de la democracia, de las protecciones de nuestra Constitución y lo más peligroso, de la vulnerabilidad e ignorancia de las personas que sufren con crudeza los desajustes económicos provocados por la Guerra de Putin.
El análisis sociopolítico de uno y otro al frente de sus Jefaturas de Estado tienen puntos comunes muy claros, ligados estos a las estrategias que marcaban las principales líneas propagandísticas Hitlerianas, en general a toda la filosofía Nazi y de la Extrema Derecha: raza, nación, único enemigo, propaganda, genocidios, religión, educación, extranjeros… Mein Kampf.
De esta idea emana la forma de gobierno que el español en el siglo pasado y el ruso en este ponen de manifiesto con sus experiencias de control estatal y en calidad de caudillos, “concentran de manera expresa la plenitudo potestatis y se ejerce la máxima autoridad estatal, combinando funciones ejecutivas, legislativas y judiciales”, como bien refleja el profesor Moradiellos en su libro Franco. Anatomía de un dictador.
Hay que ser conscientes de que estas formas de dirigir autocráticas, estas maneras de organizar autoritarias, estas estrategias de poder tiranas, a lo largo de la historia se han reflejado en algunos liderazgos carismáticos y que el gusto por esos regímenes por una parte de la ciudadanía es inevitable. Bien porque su desarrollo y progreso se haya producido bajo el paraguas de estos dictadores, bien por el simple hecho de haber nacido y crecido en ese período, o bien por el hecho de que económicamente este modelo de estado te beneficia y respondes a ese interés con un apoyo incondicional; caso de algunos poderes económicos en la época de Franco o como ahora Putin siente el respaldo de muchos oligarcas rusos y buena parte de la controlada ciudadanía.
No obstante, estos apoyos por sí solos no establecen estos regímenes. Es necesario que el espacio político, los intereses económicos y las situaciones geoestratégicas de los principales actores internacionales den el espaldarazo definitivo que necesitan para su consolidación. En el caso de la Dictadura Franquista fue bajo el mandato de Truman en EE. UU., el 4 de noviembre de 1950 la Asamblea General de la ONU votó a favor de derogar la resolución de 1946 que exhortaba a las naciones a romper relaciones diplomáticas con España. En el caso de Putin gracias a su primer encuentro en junio de 2001 con el presidente George W. Bush y sus declaraciones logró el reconocimiento internacional buscado: «Le he mirado a los ojos y he visto su alma: es un tipo directo y de confianza».
Es curioso que en estos días podamos aseverar mejor que nunca que de aquellos lodos estos barros: tensiones separatistas e intervenciones militares. Sin profundizar en la mal gestionada cuestión del Sahara español, podemos observar en los conflictos acaecidos en Ucrania con la constante instigación de Vladimir Putin y su “Estrategia de desarrollo de Rusia hasta el año 2020”, condenando la expansión de la OTAN, manifestando su oposición al escudo antimisiles que EE. UU. pretendía instalar en Polonia y República Checa, un cúmulo de justificaciones para anexionar territorios de otros países a su Federación Rusa.
La finalidad de esta reflexión no es analizar la Guerra de Putin sino profundizar en la Educación Democrática y sus fortalezas; una educación que debe profundizar más en el aprendizaje cívico, en la convivencia, en la vida colectiva y la participación; en definitiva, reforzar el compromiso social y el respeto de los valores democráticos alcanzados.
Aun sabiendo que con los datos que hay sobre la mesa sigue habiendo nazis en el mundo, estoy convencido de que los movimientos de extrema derecha, derecha alternativa y derecha populista resurgidos serían más reducidos y con menor apoyo popular si el conocimiento recibido de las Dictaduras y de los peligros de los regímenes totalitarios fuera más exhaustivo, y no sólo de algunas de las repúblicas bolivarianas latinas o de los infaustos gobiernos de las fértiles tierras africanas. Sería bueno divulgar y trasladar a las aulas lo que no nos contaron del Caudillo, de quién y cómo manejaban los poderes del Estado a su antojo e interés, y sobre todo de los adláteres del régimen que señalaban enemigos y decidían progresos con sus muchos odios y cortos saberes. De esta manera la España de hoy estaría más unida y sus ciudadanos y ciudadanas más libres, más honestos, más tolerantes, en definitiva, una sociedad más justa, más equitativa, más fiable y sobre todo más respetuosa.
Es muy posible que con esta formación y conocimiento las pintadas con simbología neofascista realizadas en las paredes de entrada a un colegio público de nuestra región no se hubieran producido.
Esa Educación para la Ciudadanía no debe quedar para otra ocasión como ya pasó en su día; quizás los secretos de estado sean desvelados antes; no pensaré que Putin nos pueda dar el más duro de los confinamientos que ya ha dado a algunos; y no pienso ni por asomo que un Franco nos vuelva a gobernar (ya, ya lo sé, esto con él esto no pasaba).
No es la cuestión simplificar el argumento atacando a los padres de la Constitución y a aquellos Hombres de Estado que negociaron la transición.
Solo por el hecho de estar en otro siglo diferente, que la concepción social e incluso política es otra muy distinta a la del 78, y que una gran mayoría de la sociedad en este tránsito ha sido muy generosa, nuestra democracia no puede permitir a los franquistas, falangistas y seguidores de los Franco-Putin de turno ocupar espacios de control del Estado, sus instituciones y estructuras administrativas. No se lo permitimos a formaciones radicales e inconstitucionales en su momento. Menos aún a grupos paramilitares con doctrinas marciales y predicamentos autoritarios, que desprestigian, excluyen y marginan a una parte de la ciudadanía con mensajes confusos, de odio y basados en la más pura propaganda de Hitler.
Nos jugamos mucho, los resortes de nuestra Democracia y Constitución son fuertes, pero no olvidemos que los tiranos en el poder dan forma a sus intereses bajo preceptos legislativos y modificaciones constitucionales; más si cabe, cuando los poderes económicos influyen de manera perversa alentando al pueblo a revoluciones que consolidan a los déspotas en el poder.
Seamos consecuentes, pensemos en el bienestar de las generaciones futuras, que estas generaciones conozcan y analicen con conocimiento de causa todo lo ocurrido, sin cortes ni spoilers manipulados. Reforcemos el control democrático y seamos más intransigentes con los radicales que defienden posiciones dictatoriales. Sin más.
Raúl Vázquez Sánchez
Secretario de Reto Demográfico de la CEP del PSOE de la provincia de Cáceres
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